El poder del silencio

Asistimos, como todos las años, a la entrega de los premios Oscar. Un espectáculo guionado, que pocas veces ofrece sorpresas, aunque esta vez sí lo hizo. Este año, tres mujeres comediantes presentaron los premios que dieron como grandes ganadores a “Coda” y “Dune”; a los actores: Jessica Chastain (Los ojos de Tammy Faye), Will Smith (El método Williams), Troy Kotsur (Coda) y Ariana DeBose (West side story); Jane Campion (El poder del perro, dirección) y Kenneth Brannagh (Belfast, guión original).

“Coda” mereció su Oscar a mejor película, que además de visibilizar la situación de los sordos, es de una excelente factura, con trabajos actorales impecables. Tema aparte sería dilucidar cómo es que la mejor película no implica la mejor dirección, que en este caso fue a parar a las sabias manos de Jane Campion. Pero ya se sabe. Los premios se reparten y Disney, Netflix, Warner y los productores independientes festejan por igual.

Sin embargo hubo un silencio mayor que el de los sordos, y fue el silencio de la Academia ante un violento acto perpetrado por el actor Will Smith contra el presentador Chris Rock, a quien le propinó un puñetazo en plena ceremonia, molesto porque hizo una broma, quizá fuera de lugar, hacia su esposa, Jada Pinkett, que padece alopecia; ese silencio fue atronador. Ni Rock reaccionó, ni las autoridades de la Academia. Y la ceremonia continuó, aunque tensa, casi sin modificaciones.

Así se desmorona un discurso de amplitud, tolerancia e inclusión; porque la propia Academia tolera y silencia, en su seno, un acto de inusitada violencia. Premia al agresor como mejor actor (cosa que no está en discusión) y Smith ni siquiera se disculpa con el agredido, aunque sí lo hace con la institución. Una vergüenza para Smith, que por sus palabras al aceptar el premio parece padecer una suerte de delirio místico; pero sobre todo para la Academia de Hollywood que no reaccionó y no asumió el rol de autoridad que le compete. Incluso le pidió a los periodistas que no preguntaran sobre el tema. Shame on you, Academy.

El momento “In memorian” tuvo una factura destacable y la aparición de Liza Minelli, junto a Lady Gaga, para anunciar la mejor película, al cumplirse los 50 años de “Cabaret” fue conmovedora. Todos queremos a Liza. También hubo homenajes a los 50 años de “El Padrino” y a los 28 años de “Pulp fiction”, con la presencia de Pacino, Coppola, De Niro, Uma Thurman, John Travolta y Samuel L. Jackson sobre el escenario.

Las grandes perdedoras de la noche fueron “Don’t look up” y “El callejón de las almas perdidas”. Olvidos inmerecidos, por cierto.

La mejor canción original resultó “No Time To Die” de Billie Eilish y Finneas O’Connell. El mejor guión adaptado fue para “Coda”. “Dune” arrasó con los premios técnicos: diseño de producción, sonido, montaje, fotografía, banda sonora y efectos visuales. La japonesa “Drive my car” se alzó con el Oscar a mejor película extranjera. “Los ojos de Tammy Faye” también se llevó el premio al peinado y maquillaje. El de vestuario fue para “Cruella”.

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